Una familia de clase media alta se reúne para cenar una noche de otoño en un restaurante. Cuatro de los cinco comensales se encuentran abducidos por su teléfono móvil.  El chico, único miembro de la familia que no tiene móvil, intenta establecer una conversación con los demás en reiteradas ocasiones.  Harto de ser ignorado por su familia una y otra vez, “rompe el silencio” con un infructuoso grito de ira, se da cuenta de que ha perdido la voz.